La Epístola de Judas Tadeo
La Epístola de Judas es uno de los libros más cortos del Nuevo Testamento, pero su brevedad no le resta importancia. Esta carta, atribuida a Judas, uno de los hermanos de Jesús, está cargada de advertencias y enseñanzas vitales para la comunidad cristiana primitiva.
Es un llamado urgente a la fe y a la vigilancia contra los falsos maestros que amenazan con desviar a los fieles del verdadero evangelio. Escrita en el último tercio del siglo I, la Epístola de Judas sigue siendo relevante hoy, ofreciendo lecciones sobre la perseverancia, la pureza doctrinal y la importancia de mantener una fe genuina y activa.
Epístola de Judas Tadeo: Versículos (1-25)
- Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los llamados, santificados en Dios Padre y guardados para Jesucristo:
- Misericordia, paz y amor os sean multiplicados.
- Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos a que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.
- Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo.
- Quiero recordaros, ya que una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de la tierra de Egipto, después destruyó a los que no creyeron.
- Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, hasta el juicio del gran día.
- Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquellos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas, por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.
- No obstante, de la misma manera, también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores.
- Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: “El Señor te reprenda”.
- Pero estos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales.
- ¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré.
- Estos son manchas en vuestros ágapes, que banquetean juntamente, alimentándose sin temor; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados;
- Fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.
- De estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: “He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares.
- Para hacer juicio contra todos y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.
- Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos; cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho.
- Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.
- Los que os decían: “En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos”.
- Estos son los que causan divisiones; sensuales, no teniendo el Espíritu.
- Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,
- Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
- A algunos que dudan, convencedlos.
- A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.
- Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría.
- Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, dominio y potestad, ahora y por todos los siglos. Amén.
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Origen y Autoría de la Epístola de Judas
La Epístola de Judas es una de las cartas más cortas del Nuevo Testamento y se atribuye a Judas, quien se identifica como el hermano de Jacobo y, por extensión, medio hermano de Jesús.
Esta autoría se basa en la tradición cristiana y en las referencias internas del texto. Escrita probablemente en el último tercio del siglo I, la carta tiene un enfoque pastoral, destinada a advertir a los cristianos sobre la presencia de falsos maestros y a exhortarles a mantenerse firmes en la fe recibida.
La ubicación de su escritura se sitúa probablemente en Judea, un centro temprano del cristianismo donde las enseñanzas de Jesús y sus discípulos estaban en constante confrontación con diversas doctrinas y enseñanzas emergentes.
La carta refleja un profundo conocimiento de la tradición judía y de las Escrituras hebreas, lo cual es evidente en las numerosas referencias a ejemplos del Antiguo Testamento y a figuras apócrifas como Enoc.
Comentario Final Exegético
La Epístola de Judas, a pesar de su brevedad, ofrece un mensaje contundente y relevante para los creyentes de todas las épocas. Su principal propósito es alertar sobre los peligros de los falsos maestros y las doctrinas erróneas que pueden infiltrarse en la comunidad cristiana.
Judas utiliza ejemplos históricos y bíblicos para ilustrar las consecuencias de la desobediencia y la apostasía, recordando a sus lectores la importancia de permanecer fieles a la fe auténtica.
El lenguaje de Judas es directo y vigoroso, utilizando metáforas impactantes para describir a los falsos maestros: “nubes sin agua”, “árboles otoñales”, “fieras ondas del mar”, “estrellas errantes”.
Estas imágenes transmiten la idea de que estos individuos prometen mucho, pero no ofrecen nada sustancial, y su destino está marcado por la oscuridad y el juicio.
Un aspecto notable de la carta es su referencia a textos apócrifos como el Libro de Enoc. Esta inclusión subraya la amplia base cultural y literaria de la que Judas extrae para reforzar su mensaje. Aunque estos textos no forman parte del canon bíblico, su uso por parte de Judas indica que eran conocidos y respetados entre sus primeros lectores.
La doxología final (versículos 24-25) es una expresión de alabanza y confianza en Dios, quien es capaz de mantener a los creyentes firmes y presentarles sin mancha ante su gloria.
Esta conclusión no solo ofrece consuelo, sino también un poderoso recordatorio de la soberanía y la gracia divina.